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Bogotá, ciudad Bicentenario
sábado, 19 de junio de 2010 18:37
Pocas ciudades en Colombia tienen tanto que ver con el 20 de julio de 1810 como Bogotá, la capital del país. Allí se gestó la efímera independencia de la Corona Española, que sembró por primera vez las ideas libertarias en los nuevos nacionales y edificó el terreno para la sublevación definitiva del 7 de agosto de 1819.


En el centro histórico de la ciudad, ubicado en la actual localidad de La Candelaria, reposan cientos de edificaciones que guardan el rastro del dominio español, de la colonia, de las revueltas, la independencia y el nacimiento de un país convulsionado por las guerras y las polarizaciones. Muchos de estos edificios permanecen en pie para ser reveladores de la historia colombiana y para dar fe en el futuro del trasegar de una nación.


En el corazón de La Candelaria se encuentra la Plaza de Bolívar, una prueba de las grandes transformaciones que ha vivido el país. De la otrora Plaza Mayor solo pervive la Capilla del Sagrario, entre tanto, las casas coloniales, que sirvieron como sedes del Gobierno español, fueron reemplazadas por imponentes construcciones de la nueva república, ahora en la Plaza de Bolívar, tales como el Palacio de Justicia al norte, el Capitolio Nacional al sur, la Alcaldía Mayor de Bogotá al occidente y al oriente la Catedral Primada y el Palacio Arzobispal.


Vestigios de la primera independencia
Observatorio Astronómico Nacional


Cerca de la Plaza de Bolívar, bajando por la carrera 8va y en inmediaciones de la Casa de Nariño, se encuentra el Observatorio Astronómico Nacional. Allí se reunían clandestinamente Francisco José de Caldas, para entonces su director, y otros patriotas comprometidos con la instalación de una Junta de Gobierno en Bogotá, tales como Camilo Torres, Joaquín Camacho, José Acevedo y Gómez y José María Carbonell.


 




Yaneth Mora Hernández, actual coordinadora del Observatorio Astronómico, recuerda que los criollos se reunían allí porque era un espacio poco custodiado por las autoridades virreinales, al ser ideado como un lugar de ciencia. “Era un espacio más apto que las casas de los próceres donde, en un principio, se empezaron a hacer estas tertulias de conspiración contra el reino” dice Mora.


Años atrás, en 1803, el Observatorio Astronómico se había fundado en el marco de la Expedición Botánica liderada por José Celestino Mutis, quien pidió a la Corona durante 20 años la construcción de un observatorio, hasta que finalmente le dieron el aval y se erigió el primero de su tipo en tierra americana.


Tras la muerte de Celestino Mutis, Francisco José de Caldas era el único que tenía conocimientos sobre astronomía, geografía y botánica, razón por la cual queda a cargo del observatorio.


La Coordinadora explica que “se da la revuelta, se da el proceso de independencia y Caldas por ejemplo es fusilado, es por esta época y hasta mediados del siglo XIX que el Observatorio sufre todas las implicaciones de un país en proceso de reorganización y por esto estuvo clausurado y utilizado para fines que nada tenían que ver con la astronomía”. Mora argumenta que fue tanta la dejadez que tuvo el Observatorio por aquella época que se plantea que incluso fue utilizado para la venta de helados y sirvió como prisión para Tomás Cipriano de Mosquera.


Cuando nace la Universidad Nacional, se buscó vincular a todos los institutos académicos que estaban desperdigados por la ciudad, entre los cuales se encontraba el Observatorio Astronómico que entró a formar parte de la Universidad en 1936.


En la Unal se construye un observatorio con las características óptimas que deberían tener este tipo de espacios y es así como en el antiguo Observatorio Astronómico se dejan de realizar experimentos y la edificación pasa a ser conservada como algo histórico, más patrimonial.


En la actualidad se pretende consolidar el Observatorio como un espacio museal porque según Yaneth Mora, éste guarda en su interior “una colección museográfica de astronomía muy importante, quizá la más importante del país, hay instrumentos de diferentes épocas, es más la edificación por sí misma es muy interesante”.


Con motivo de la celebración del Bicentenario, el Observatorio pretende vincularse a través de unos recorridos guiados para público escolar y realizar una serie de actividades culturales que incluyan conferencias.


Mora explica que con los estudiantes “se hace un taller que lleva el nombre de “Ciencia, inicios de la Independencia” que es pensado para dar a conocer un proceso científico que permitió tanto la construcción del Observatorio como el proceso independista mismo.” Estos talleres se prestan de forma gratuita.


Alrededor de 2.500 personas han ingresado al Observatorio desde 2008 que fue el año en el que se iniciaron estos recorridos guiados.


A la fecha, el Observatorio presenta algunos problemas de humedad y aun cuando es Monumento Nacional no se han llevado a cabo reformas, que según su Coordinadora, “son importantes a futuro porque son preventivas y permiten que este espacio siga abierto al público”.


Yaneth Mora dice que más allá del éxito de las investigaciones realizadas, el Observatorio se concibe como un ícono de la ciencia en el país, como un elemento de la modernidad y parte del proceso de Ilustración que vivía el mundo para entonces.


Casa Museo 20 de julio


Al nororiente de la Plaza de Bolívar, cerca de la Catedral Primada y del Palacio de Justicia, se encuentra la Casa Museo 20 de Julio, lugar en el cual se desarrollaron los hechos que sirvieron de excusa para el Grito de Independencia. En 1810, esta casa estaba habitada por el comerciante español José González Llorente, quien se negó a prestar su florero a los criollos, ocasionándoles la ira que permitió la revuelta del 20 de julio del mismo año.


Después del Grito la casa pasa por diferentes dueños y va a ser usada como inquilinato hasta 1948, año en que ocurrió el Bogotazo. La revuelta del 9 de abril dejó la casa bastante deteriorada y años después fue intervenida para convertirla en un museo que inicialmente llevó el nombre de Museo de Bogotá o Museo de los Próceres.


Camilo Rubiano Aldana, monitor educativo y cultural de la Casa Museo 20 de Julio, explica que la edificación se manda a construir para el hijo de un mariscal adinerado porque los únicos que tenían derecho a construir su vivienda cerca a la plaza eran los que gozaban con mayor prestigio.


En la actualidad el Museo se encuentra cerrado por un proceso de restauración. Rubiano dice que lo que se está tratando de hacer con la casa “es un espacio moderno pero que conserve la arquitectura colonial que es la esencia de esta casa que tiene más de 450 años de haber sido construida, estamos hablando de la época en que se funda Bogotá, valía la pena restaurarla por las bases que no estaban muy sólidas pero también por darle un cambio”.





Antes de la restauración, la Casa Museo tenía alrededor de mil piezas de exposición, luego de las modificaciones que se le están haciendo va a quedar con 150 piezas porque el resto van a ser virtuales, para que el visitante no sólo pueda ver las que están expuestas sino para que interactúe con todas las otras. Las piezas que tiene actualmente ya eran parte de la casa pero se han adquirido otras a través de coleccionistas privados.


Rubiano aclara que en el Museo siempre se han hecho recorridos comentados donde todos los visitantes tienen la palabra. En su mayoría son estudiantes de colegios con los que se programan visitas y se hacen algunos talleres.


En la actualidad se está implementando una estrategia que se llama “Museo fuera del museo” que lleva una serie de talleres a los estudiantes, acompañados de unos pendones y exposiciones, que funcionan como apoyo visual y que sirven para contar la historia de una forma lúdica. “Los talleres buscan ser muy reflexivos, tratando de no imponer la historia, la idea es que todos participen y se diviertan” complementa Rubiano.


El precio de la restauración del museo supera los 2000 millones de pesos y se tiene proyectado que la casa esté abierta al público para la fecha del 20 de julio de 2010.


El año anterior la Casa Museo recibió alrededor de 70 mil visitantes.


Colegio Mayor San Bartolomé.


En la esquina suroriental de la Plaza de Bolívar se encuentra el Colegio Mayor San Bartolomé, lugar insigne durante el proceso de independencia porque allí estudiaron José María Carbonell, Francisco de Paula Santander, Jerónimo Gutiérrez de Mendoza y Frutos Joaquín Gutiérrez, entre otros.


Además, durante los hechos del 20 de julio, los estudiantes del colegio se unieron a los manifestantes en la Plaza Mayor.






José Emilio Díaz, coordinador del Área de Ciencias Sociales y encargado de la celebración del Bicentenario en el colegio, explica que se diseñó un programa de tres ejes para conmemorar el 20 de julio. El primer eje consta de unas actividades preparatorias para estudiantes y profesores, un segundo eje se realizará el día central de la celebración y otro será prospectivo y tendrá lugar después del 20 de julio.


En las actividades preparatorias se disponen reflexiones al interior de las clases, una serie de talleres entre profesores y estudiantes para analizar la fecha de la independencia y también se han conformado grupos de investigación con los mismos estudiantes.


Díaz expone que el día de la celebración se pretende hacer una obra de teatro con la historia de José María Carbonell, habrá también un desayuno santafereño y un almuerzo a la colombiana y en la tarde se realizará una muestra de danzas afrodescendientes tratando de resaltar el papel de minorías como los campesinos, los cimarrones, los palenqueros, entre otros, que fueron cruciales en el proceso de la independencia.


En el colegió se dispondrán algunos stand que van a ilustrar la geografía de cada una de las partes de Colombia. Cerrarán la celebración con una fiesta a la colombiana que tendrá como invitada a una orquesta de ritmos nacionales.


Luego del 20 de julio se están ideando unos recorridos a través de las rutas históricas del país y alrededor de todo el año se estarán invitando a unas conferencias y se harán muestras culturales relacionadas con Bicentenario.


“Queremos también que los museos nos incluyan en sus recorridos históricos porque el colegio es la cuna de la independencia, aquí se formaron los grandes ideólogos de la emancipación y tenemos 406 años de historia para ofrecer” añade el profesor Díaz.


Al interior del colegio hay un mural que traza toda la historia de la institución evidenciando el aporte histórico que ha hecho el colegio a la construcción del país.







El Colegio ha sufrido grandes transformaciones a través de los últimos 200 años, como lo explica el profesor Díaz, “el colegió nació como un seminario más con una vocación religiosa del Compañía de Jesús, educando a la élite del momento. Hoy hay una visión diferente porque el colegio recoge a niños de niveles económicos bajos y desde hace 10 años está abierto a las mujeres porque anteriormente era masculino”. 
La conservación de la historia


Así como la Casa Museo 20 de Julio, el Observatorio Astronómico Nacional y el Colegio Mayor San Bartolomé, hay muchas otras edificaciones históricas en Bogotá que son de interés nacional puesto que rememoran hechos que han sido fundamentales en la construcción de la Colombia de hoy.


En total son más de 7 mil inmuebles catalogados como patrimonios de interés cultural y alrededor de 110 establecidos como Monumentos Nacionales por el Ministerio de Cultura.






Alfredo Robledo, historiador del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, aclara que estas edificaciones pueden tener diferentes usos, “no solo tienen que ser institucionales, puede haber monumentos nacionales de carácter privado y que pueden ser vivienda también”, de hecho el 80% del patrimonio cultural de Bogotá es privado y el 20% es propiedad del Distrito.


Cuando a éstos bienes se les hace la declaratoria de Monumento Nacional o de Bien de Interés Cultural Distrital los propietarios tienen la ventaja de que se les ofrece una exención de los impuestos, sólo si son de carácter residencial. Esta garantía tiene el fin de que las personas que habitan dicha vivienda destinen esos recursos para la conservación del inmueble.


El Distrito debe vigilar que el inmueble no vaya a ser modificado sustancialmente o demolido de acuerdo con los decretos 678 de 1994, para el Centro Histórico, y 606 de 2001 para el resto de Bogotá.






“Hay bastantes bienes aún sin intervenir, hay una parte que se ha recuperado y es un trabajo que lleva por lo menos 30 años. Se ha invertido plata sobre todo en los bienes públicos. Es un trabajo que es constante porque una casa puede ser restaurada pero a los 10 puede que ya no esté como uno se lo esperaba”, explica Robledo.


Desde el Instituto se unen a la celebración del Bicentenario con recorridos por Bogotá, no deteniéndose solo en aquellos bienes conmemorativos, sino en todo lo que ha hecho parte del crecimiento de la ciudad en los últimos 200 años. Además se están realizando restauraciones de algunos inmuebles emblemáticos.


Robledo argumenta que desde principios del siglo XX se ha expedido una normatividad para proteger los centros históricos en el ámbito nacional, pero ha sido una conciencia que se ha dado poco a poco. “Al principio hubo un cierto rechazo a la preservación de estos bienes porque chocaban con las ideas de progreso. Es un proceso que arrancó a principios del Siglo XX pero que se vino a concretar en los años 60, aun así se dio tarde porque yo creo que se perdió por ahí el 70% del patrimonio de la ciudad”, opina Robledo. 

Otras celebraciones


Por la proximidad del 20 de julio, la Alcaldía Mayor de Bogotá dio vida a la Comisión Distrital para la Celebración del Bicentenario de la Independencia de la República de Colombia con el fin de crear diversas actividades entorno al festejo de esta fecha patria en la ciudad.


Santiago Amador, quien se encuentra apoyando los proyectos de la Comisión, dice que se quieren lograr varias cosas, “la primera llenar de contenido, que no sea solo una serie de eventos que diviertan a la gente sino que haya un trasfondo, y la segunda generar participación porque es una celebración que nos compete a todos los ciudadanos”.


Amador asegura que la Comisión representa a diversos sectores de la Sociedad Civil ya que cuenta con la presencia de filósofos, arquitectos, historiadores, escritores, directores de cine, entre otros.


Al momento se está ideando la instalación de actividades artísticas que pretenden poner a la ciudad de celebración durante un año completo, toda vez que manifiestan que el 20 de julio fue el grito de independencia pero hay muchas implicaciones antes y después de la fecha.


“Se quiere crear una reflexión en la ciudad sobre el pasado, el presente y el futuro. Saber de dónde venimos, conocer la historia y los personajes de estos 200 años, hacer una reflexión sobre nuestro presente y sobre cosas que queremos cambiar y visionar, imaginar la ciudad del futuro y empezar a asentar esas bases” dice Amador al exponer la esencia del proyecto que están adelantando.


La celebración va a estar conformada de varios componentes, uno es estético para que las artes dialoguen, un componente social para que le gente participe en la celebración del Bicentenario, un componente académico donde se va a sentar a pensadores a hablar de este tema y un componente de obras públicas para restaurar algunos inmuebles de la ciudad.


Amador asegura que la Comisión tiene preparadas varias sorpresas, la principal de ellas es que “en Bogotá nos encontramos una urna que había sido cerrada hace 100 años por el Concejo de la ciudad cuando se celebró el centenario de la Independencia. Hay muchos misterios sobre el contenido porque no se sabe si fue saqueada en el Bogotazo, no se sabe realmente qué hay adentro y hay muchas versiones alrededor del tema”.


Aprovechando la ocasión se quiere cerrar una nueva urna y la idea es que la gente diga qué quiere incluir, es darle un regalo a la generación de los próximos 100 años acerca de lo que era Bogotá en el 2010.


Por otro lado, Fabio López, jefe de la división educativa y cultural del Museo Nacional de Colombia, dice que en el Museo se van a tener varias cosas con motivo de la celebración del Bicentenario, “La idea es hacer unos conciertos con grupos juveniles que trabajen fusiones de música de la época del Bicentenario, con música clásica”.




Se van a hacer actividades con fragmentación de públicos, es decir que cada grupo poblacional va a tener unas actividades especiales. El contenido de las franjas dependerá de si son para personas de la tercera edad, adultos, jóvenes o niños. En el caso de estos últimos se tendrán talleres y una sala que va a contemplar una serie de dispositivos didácticos para que ellos interactúen.
La sala principal será la de participación popular simulando a una plaza pública donde la gente puede opinar. Allí se van a dar conversatorios para las personas adultas.
Para el tema del Bicentenario, el Museo Nacional dispondrá de la sala temporal y de otras dos de las 17 que tiene la edificación.
“La exposición trata de reivindicar a esos personajes invisibilizados en los libros de texto, a las mujeres que siempre se vieron como mártires pero nunca como heroínas, a los afrodescendientes, con el almirante Padilla por ejemplo. En la conmemoración del primer centenario se endiosan mucho a los héroes y se genera todo un arquetipo de lo que ellos son” manifiesta López.       
No hay un número determinado de piezas porque hay temas que no se tocan a través de objetos materiales, sino que se hacen reconstrucciones espaciales que permiten al visitante acercase al contenido, “hay la ruptura del museo acartonado donde sólo hablan los objetos” dice López.
Para la conmemoración de Bicentenario el Museo Nacional produjo una exposición sobre las representaciones de la Independencia. “Se realizó una exposición iconográfica que consiste en unos afiches que se mandan a todos los municipios del país, a las casas de la cultura, a los museos, a las bibliotecas para que ellos tengan ese producto y se aproveche al máximo” explica María Mercedes Jaramillo, Coordinadora de la Red Nacional de Museos.
La muestra tiene tres ejes temáticos principales: la construcción de personajes históricos –tanto visibles como invisibles–, la creación de escenas y escenarios nacionales y la rememoración cotidiana a través de la fiesta y de los actos cívicos reiterados en instituciones como la escuela.
La exposición consta de 10 afiches y lleva una cartilla que sirve de material pedagógico a profesores y guías que están dentro de los espacios en los que se expone esta muestra. 






“Es ver que a través de la historia se han resaltado unos íconos y también ver cómo se ha conmemorado la independencia”, dice María Mercedes.


A través de todos estos lugares y de las múltiples celebraciones que se están contemplando para la conmemoración del bicentenario de la independencia de Colombia, Bogotá pretende demostrar que es una ciudad museo, que no es sólo la cuna de la reyerta del 20 de julio de 1810 sino que también es la ciudad de las transformaciones, de la decisiones de peso para el país, y la semilla de gran parte de los hechos que se recordarán al finalizar cualquier otro centenario de nuestra independencia.

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